La música tiene ese poder evocador, que te
traslada con las primeras notas, en una suerte de viaje astral, a un lugar, a
una situación, a un recuerdo más o menos dulce o amargo de la vida.
Todos tenemos canciones, melodías así, que
te devuelven un gesto, una palabra, una persona, un paisaje, una sensación.
De modo irremediable, en cuanto oigo los
primeros compases del pasodoble “En er mundo”, mi mente se da a la fuga, y me
veo en una plaza de pueblo en fiesta, en un mediodía luminoso de calor, girando
entre otras parejas, con mi abuelo asiéndome de la muñeca bailando, y
vislumbrando entre su sonrisa y el ala
de su sombrero, el perfil azul e inconfundible de Gredos en el horizonte de la
calle de la alegría, (¡no podía tener otro nombre mejor!).
Viaje en el tiempo y espacio:
Del primer compás al último.
Del presente al pasado.
De lo tangible a la evocación.
De lo grande a lo pequeño.
Del universo a la raíz.
Del infinito al origen.
De En er mundo a la Herguijuela.
Fotos hechas del 31 de julio al 2 de agosto de 2016.
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