Le quedan a este año apenas unas horas, creo que todo el mundo se va a alegrar de que termine, aunque todos sepamos que no por ello, con la última campanada se esfumen todos los males, que este año nos ha traído a todos los habitantes del planeta tierra sin excepción.
Un año de distanciamiento pero de intenciones al unísono y comunes:
Un año donde conocimos una ciudad desconocida, silenciosa, fantasmal:
Un año, donde el festival del piorno fue punto cero, virtual, digital, sin aroma pero con un gran espíritu de colaboración:
La Herguijuela 2 agosto 2020 |
Un verano tranquilo, y si, muy pueblerino, que nunca ha estado tan lleno y durante tanto tiempo el pueblo, si bien todo un poco comedido, sujeto, con muchas renuncias, a veces en petit comité:
Y en plan pionero:
Un horizonte para siempre cerrado a todos esos paisanos que en este año brutal, por una razón u otra nos han dejado para siempre: Tío Honorino, Paula, Crucito, Pedro (Padre de Mª Mar y Pedro), Tía Eugenia (Madre de Eduardo y Celia), Tía María (Mujer de Tío Mariano), Quico Rollán, Esteban, Juan de Dios, Mari (la del caminero), Otilia... Si me dejo a alguien, es por descuido, no por desidia en el contar.
¡En fin!, un año, una primavera, un verano, un otoño, un invierno, rarunos, de miedo y precaución, con alguna pequeña tregua de normalidad, con mínimas concesiones que han sabido a gloria.
Deslicémonos por las horas que le quedan a este año y por el tiempo que vendrá, ahora que sabemos, con valentía y humor.
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