sábado, 31 de agosto de 2013

EFEMÉRIDE DE UNA CATÁSTROFE: TRES DE SEIS

Mañana uno de septiembre de 2013, se cumplen catorce años de una pequeña catástrofe, pequeña si tenemos en cuenta que al fin y al cabo, no hubo más que daños materiales, y no hubo que lamentar pérdidas humanas, que ya se sabe, que todo lo que se puede arreglar con dinero, tiene remedio...
 
Ocurrió pues el uno de septiembre de mil novecientos noventa y nueve.
Por la tarde el cielo se tornó de pronto negro negrísimo,  y como un mal augurio empezó a desplomarse sobre el pueblo, en forma de tormenta fabulosa.
 
Rayos, truenos, jarreo de agua sin orden ni concierto, yo que no estaba allí, supongo que todos estarían a buen recaudo en sus casas, con ademanes serios, tal vez con cierto temor en los ojos, algunos acordándose de Santa Rita, todos a merced de la furia de la naturaleza.
 
Cuando después escampó, como animalillos temerosos, muchos fueron los que salieron de sus madrigueras a comprobar el estado en que habían quedado las cosas, y los lugares tras el chaparrón. 
 
Un rugido, puso en alerta a todos los presentes, al principio no reconocieron su voz, tan acostumbrados como estaban a otras tonalidades de sonido...
 
¡El río, el río!, el río se ha salido de madre...y su fuerza se ha llevado por delante tres de los seis puentes con que se abrazan sus orillas...
 
El puente del Gamellón, la "puenta arriba", el puente de escobilla...
¡Tres de seis!
 
Puenta arriba

 
 
Puente Escobilla
 
 Esas fueron las víctimas propiciatorias del temporal, que hizo cierto ese refrán que dice: "Septiembre o seca las fuentes o se lleva los puentes".
 
Nadie fue testigo de la debacle del primer puente que se tiende sobre el cauce del Alberche, el puente del Gamellón, del que lamentablemente no tengo foto alguna,  pero que recuerdo del estilo al de Escobilla, aunque más bajo, más sencillo, más primitivo.
 
El caso es que el agua bronca, descontrolada, abrupta, debió llevárselo sin demasiado esfuerzo, y sin ninguna compasión ni respeto, pese ser tan humilde y principal por eso de ser el primer puente del mundo mundial que cruza el Alberche.      
 
La fuerza del agua, arrastró consigo, piedras matorrales, y la "puenta arriba" tenía vocación de puente, no de tapón, no aguantó (por lo visto años ha también reventó en circunstancias similares), y el estallido de su cuerpo fue inevitable, el agua que siempre se escapa y tiene mucho de indomable, siguió para adelante con más fuerza con las piedras y argamasa de los dos puentes arrasados.
 

Puenta arriba derruido
 
 
El puente del río Herrán, no sufrió daños, el agua se escapó entre sus siete ojos, y quien sabe si saltó por encima de él, pero aguantó, aunque las orillas del  río en esa zona ya no lucen suaves y como lamidas por el río, sino algo escarpadas y como mordidas.
 
Puente del río Herrán o de Tía Generosa
 Pero el agua erre que erre, envalentonada, retroalimentada por su propia furia, siguió implacable su curso hasta avistar su siguiente víctima, (y de esta si fueron testigos algunos), Escobilla, ese larguirucho se vio cegado en un ojo, y por ahí le llegaron los golpes, y por ahí cedió, y se vino abajo su mitad, y se quedó en "puen", que el resto se lo llevó el río.
 

Puente Escobilla derruido - "Puen"- Te (se lo llevó el río) 
Aparte de este puente, se llevó también el puente de la carretera que está por encima (se aprecia en la foto superior), la del Puerto Chía que nos lleva a Navacepedilla, y conecta con el camino que nos une con La Herguijuela, ese tramo de circunvalación, llamada entre nos, ruta del colesterol, o M30. Por lo que teniendo en cuenta que también había desparecido la "Puenta arriba", el pueblo quedaba incomunicado en ese tramo, y así estuvo un buen tiempo, si bien se desvió el río y se habilito una especie de vado en la zona de la "puenta arriba", para restablecer el tráfico, y el paso.
 
Pasado Escobilla, el agua encontró una enorme explanada donde dispersarse y eso hizo, y el Vegazo, joya de nuestro pueblo, absorbió la fiereza del agua, y puso a salvo al Puente Viejo, y al Puente Nuevo.
 
 
 
 ¡Tres de seis!, había que recordarlo...
 
Aparte de los puentes, desaparecieron paredes de prados, huertos, y en Navacepdilla, La Aldea (Garganta de los Hornos), y Villafranca, el río Corneja causó males similares. 
 
Nada se puede hacer por doblegar la fuerza de la naturaleza, que a veces, ¡ya ven!, ¡nos pone firmes y en nuestro sitio...!