martes, 10 de marzo de 2015

LA GALLINA DE TÍA FELIPITA O EL ROMANCE DE LA GALLINA Y LOS PASTORES



Las gallinas de Quico se van a acostar- Agosto 2.008
 
Esta es la historia de un delito, del cual ha pasado tanto tiempo que ya ha prescrito.
 
Realmente en el pueblo, esto nunca se ha visto como algo delictivo (en la época del Lute habrían ido a la mazmorra), aunque si que ha sido siempre de toda la vida de Dios, una auténtica faena.
 
El título ya delata, o bien dicho ya desata el imaginario, e incluso el menos avispado, puede intuir de que va el tema, y cual va a ser el desenlace...
 
El caso es que mi abuelo Segundo, (Tío Chapatales), y su colega de farra Mariano, (Tío Natillas o el correo, porque en el pueblo nunca se dijo cartero sino correo), apresaron una gallina despistada, cuya propietaria era Tía Felipita, el resto: ¡blanco y en botella!, la retorcieron el pescuezo, la desplumaron, la echaron un puñado de sal y se la asaron en el paraje conocido como "Escobajenares".
 
La mala fortuna (por la gallina lo digo), es que acertara a pasar por allí, en donde uno de ellos estaba agachado haciendo de vientre, a picar lo que soltaba, pues es sobradamente conocido, los pocos escrúpulos gastronómicos que tienen estos bichos, les importa nada y menos, picar sobre la mierda, gargajos y demás "especialidades ", y así que el pastorcico la vio (si es que casi me pica el trasero, afirmaba rotundo), la pegó un porrazo, y salió donde su compañero a como he dicho arriba, darse un festín.

 
 
Como cualquiera, Tía Felipita en seguida echó en falta una de sus gallinas, porque la verdad todos las tienen contadas, saben las que hay, las que ponen más huevos, las más viejas, las que tienen la maleta, las cluecas, las que pierden el huevo, las que pican los huevos, en fin, lo saben todo sobre sus gallinas, son como un CNI aviario.
 
 
Julia atendiendo a sus gallinas septiembre de 2.013
 
  
Y ahí estaba Tía Felipita buscando por los lugares de pastoría de sus aves, dándole la vuelta al gallinero, y ni por esas, interrogó a los vecinos por si hubieran visto a la díscola, y cuando pregunto a mi abuelo y Tío Mariano y le negaron la mayor, la dio por perdida... (¡y bien perdida que estaba ya!).

Ya apenas quedan gallinas en el pueblo, antes se las veía por cualquier calle picoteando y escarbando con mucho garbo, ahora la gente que las tiene, las tiene a buen recaudo, y no sufren asaltos humanos, sólo si acaso el ataque de alguna alimaña (zorras, perros...).

LA GALLINA DE TIA FELIPITA O EL ROMANCE DE LA GALLINA Y LOS PASTORES

Las gallinas en la Vega
son aves aventureras
que salen del gallinero,
y se patean todo el pueblo.

Salen pronto por la mañana
escarban, pican renuevos,
y a su hora vuelven a casa
cacareando a poner el huevo.

Tía Felipita tenía una,
hermosa, buena, zaratana,
que del gallo se zafaba
e iba a donde le daba la gana.

En una de esas andanzas
entró en un corral o huerto,
dónde andaba un pastor en cuclillas,
apretando con esfuerzo...

Esa gallina que vio
el buen chorizo que salía,
fue hacia los cuartos traseros
dicen que se relamía....

El pastor que se percató
de la presencia golosa,
le pegó un garrotazo
y se la guardó en la bolsa.

Con su compañero de cuitas
preparó el guiso a fuego,
en Escobajenares entre ovejas
la pelaron, asaron y se la comieron.

¿Dónde estará mi gallina?
preguntaba Felipita,
me falta la zaratana,
de todas..., la que más ponía.

Los pastores que le oían
de su pena padecer
frotándose la barriga le decían:
Felipa tu gallina, ¡¡no la hemos vuelto a ver....!!.

 
 
 
 

 

jueves, 5 de marzo de 2015

¿QUIEN FUE CAGARREMIENDOS?



En este libro publicado en 1.956, por el Nobel D. Camilo José Cela, y que trata de un vagabundo que recorre parte de la geografía de Castilla (entonces la vieja), aparece lo que sigue, de cuando dicho vagabundo arribó a los contornos de nuestro pueblo, y que copio textualmente:
 
"Al vagabundo, con sus cavilaciones, le sorprende la noche en el solitario puerto de Chía: la Serrota, al norte; Gredos, al sur; el valle Amblés, a levante, y, a poniente (y calculado su punto cardinal a ojo, como siempre), el valle de Corneja, y adivinada y señora, Piedrahita.
 
El vagabundo, huyendo del relente, se bajó a dormir a San Martín de la Vega, que guarda el nacimiento del río Alberche.

En San Martín el vagabundo preguntó por su buen amigo Gregorio Lozano, alias Cagarremiendos, y supo, con gran pena de su corazón, que había muerto.

_¿Y cómo fue?

_¡Pues mire ... !

El vagabundo, después de mucho inquirir, averiguó que el pobre Gregorio se había ido para el otro barrio, dos o tres semanas atrás, y pasando el puerto de Chía, del verrojazo que le metió un jabalí furioso. ¡Vaya por Dios! "
 
Yo he preguntado a alguna persona que por la fecha (el libro es de 1956 como señalo arriba), tal vez le sonara el suceso, o conociera al pobre Gregorio, sin embargo no he tenido éxito alguno.
 
Me quedaré con la duda de saber si tal persona existió en La Vega o fue fábula del insigne escritor.