jueves, 28 de enero de 2016

REMEDIOS CASEROS PARA EL TRÁNSITO, VERSUS TÍA JUANILLA

Mi abuelo chapa, tenía una hermana cinco años menor que él, se llamaba Juana, pero era tan pequeñina y menuda, que siempre la llamaban Juanina, o Juanilla.
 
Cuando mi abuelo iba a Extremadura o a cualquier parte siempre le traía algo de recuerdo, un collar de cuentas de colores, un pañuelo...
 
Foto hecha en Madrid - Marzo 2005
Siempre se llevaron muy bien, aunque de chicos algo se rabiaran o compitieran ¡que se yo!...¡por una cazuela de poleas...!, como se quedaron huérfanos de madre muy jovencitos, mi abuelo la ayudaba en algunas tareas domésticas, como por ejemplo lavar las sábanas en el río, pues como era más forzudo que su hermana, estrujaba y sacudía las sábanas con más brío para escurrirlas y frotarlas bien, me hubiera gustado ver esa escena de mi abuelo comadreando con el resto de las doñas a la orilla del río ¡que pájaro me estaba hecho!, contaba tía Juanilla (guiñando los ojos picarona), que cuando le veían zarandeando las sábanas, le decían: "se te va a caer...", a lo que él respondía "lo tengo muy bien sujetito...".
 
Hoy era el cumpleaños de tía Juanilla, de vivir, tendría 101 años, su casa del pueblo está en el barrio de las Hermanas, y allí sucedió esta anécdota que a continuación relato.
 
Tenía tía Juanilla un vecino llamado Tío Blas, un señor por entonces mayorcito y viudo, que cierto día acudió angustiado a casa de tía Juanina, explicándole que se sentía fatal, pues a los problemas de hernia, se le juntaba que no podía hacer de vientre, decía el pobre: ¡Ay Juana!, dame algo ¡que yo reviento Juana!, ¡que no puedo cagar!, ¡que reviento Juana!.
 
Es de imaginar el apuro y zozobra de Juanina, y aunque pensara: ¿y yo que quiere que haga?, le propuso que tomara vahos (esto es: que se sentara encima de una bacinilla con agua hirviendo, o que se preparara un "hisopo" (guisopo dicen por ahí), con con un trapo untado en aceite y atado a un palo, y se diera friegas con él en el recto, y que de todos modos ella iba a avisar al boticario.
 
Y ahí va el desenlace:
   
Una mañanita
bien de madrugada,
un vecino fue a
despertar a la Juana:
 
¡Ay Juana, Juana!,
¡me tienes que ayudar!
¡me duele la barriga!
¡no puedo evacuar!.
 
¿y qué querrá que haga?
se preguntaba la Juana,
¡ande!,  ponga una olla,
a cocer con mucho agua,
 
ponga el agua hirviendo
en una bacinilla,
se siente y tome vahos
hora y media de cuclillas.
 
O prepare un “guisopo”
con palo aceite y trapo,
y hurgue con cuidado
en su recto o ano.
 
Al poco se oyó gritar
¡Juana haz una fogata!
¡blanca!, ¡Juana!, ¡que sea blanca!
que ¡por fin!, ¡habemus caca!.
(y el boticario se fue por donde vino)
 
Lo de la fogata es invención mía, pero el resto es verídico, así sucedió y así lo cuento.
 
¡Vaya desde aquí un recuerdo para tía Juanina! 
 

jueves, 21 de enero de 2016

LA GRAN NEVADA DEL 1996

Tal que una noche como la de ayer hace veinte años, (20 de enero), unos cuantos estaban en el bar Alberche celebrando el cumple de cierto vegato, era fin de semana y había ambientillo en el local.
 
Entre cerveza y cerveza (o lo que fuera), de vez en cuando se asomaban a la calle, y entre risas comentaban que cada vez nevaba más fuerte, y lo que eran al principio de la noche cuatro copos, se convirtieron en una nevada que algunos clasificaron como del siglo.
 
Gente hubo que se quedó encerrada en el pueblo sin poder salir por carretera a Madrid, enfermos que hubieron de ser evacuados (Tío Ambrosio, o el chato), mucho ganado atrapado por los campos y tierras, algunos rescatados a tirones y otros que perecieron sin remedio, problemas con el suministro de luz, y propiedades (casas y casillas), que no resistieron el peso de la nieve y se derrumbaron.
 
Ahora a veinte años vista todo parece una aventura, incluso poco después de haber pasado lo peor se sacaron coplillas con retranca (Maxi como trovador no tiene precio...), cantando lo de si la yegua que se murió era de este o de otro, o que bien para los albañiles, que se iban a hinchar a ganar dinero por el arreglo de los "tejaos"..., pero lo cierto es que las pasaron canutas.
 
Pongo a continuación unas fotos que hicimos casi un mes después de la caída de la nieve, para que veáis como fue la cosa:
 
 
Plaza del pueblo febrero 1996
 
Casa de Tía Ceferina y calle a la chorreta febrero 1996
 
Estas otras son de una reseña del ABC de fecha 28/01/1996 (por si queréis buscar el documento en hemeroteca):
 


Y aquí un enlace a una página donde muestra fotos espectaculares del entorno, e ilustran la situación de entonces con más precisión que mis palabras
 
 
Se también que un equipo de televisión, (Tele Madrid creo), se acercó por la zona, y grabaron un reportaje con algunas situaciones e imágenes de La Vega (y otros pueblos), pero no he podido localizarlas, de esas imágenes recuerdo a una señora mayor de Garganta sufriendo por "su casita", a mozos de La Vega (Ramón, César...) tirando de una yegua para sacarla del atolladero de nieve, y a Fidel echando el pregón. (Ese cachito lo pasaron bien...según me han contado).

Hoy lo recuerdan a modo de efeméride en el Diario de Ávila, pinchad: Aquí
 
¡En fin!, ¡veinte años!, ¡y parece que fue ayer!, ¡y menuda diferencia de tiempo!, este año casi ni en los altos se ha visto la nieve. 
 
Ni lo uno ni lo otro, digo yo.