viernes, 25 de febrero de 2011

AMELIA

La vega me ha dado muchas cosas, y creo que aún me dará muchas más, una de esas cosas ha sido un buen puñado de amigos.

Si pienso quien fue mi primera amiga, en seguida me viene el nombre de Amelia.

Yo debía tener cinco o seis años y ella seguramente cinco (yo la saco unos meses, los que van de septiembre que nací yo a febrero que nació ella), no se si era semana santa o verano cuando tuvimos el primer encuentro.
Por aquel entonces mis padres estrenaban la casa que tienen en el pueblo, hasta entonces la casa del pueblo era la de mis abuelos en las eras, Amelia era una niña que vivía en el corral de al lado de la casa de mis padres.

En el jardín de casa hay un manantial, una fuente que con el tiempo me he enterado, llamaban de Tía Nati, pues era esta mujer la que se encargaba de limpiarla de limos y algas. Con la obra, mis padres hicieron un pozo, y pusieron una bomba para tener agua corriente en casa (entonces en casi ninguna casa había agua corriente), pero mientras estuvo al aire, íbamos a jugar allí con el agua, y fue haciendo "puches", es decir barro con los cacharritos, como nos conocimos.

Desde entonces hasta hoy seguimos haciendo pinitos en la amistad, aunque alguna vez tuvimos nuestros momentos de desarraigo, por la distancia más que nada.

Me llevé un disgusto cuando me dijo que sus padres y sus hermanos se iban a vivir a Miajadas, casi me cuesta llorar, realmente me lo tomé muy mal, y no era para tanto ya que en verano volvería al pueblo (osea como yo), y pactamos escribirnos todas las semanas, una semana ella, otra yo, y por carta desgranamos la adolescencia, y se nos subió y bajó el pavo, entre discusiones sobre Starsky (su preferido), y Hutch (el mío), creo que tengo las cartas guardadas, será bonito releerlas.

Ella, maduró antes que yo, a mi la niñez me duró un poco más, y a veces no la comprendía, luego se fue a estudiar a Salamanca, y a Alemania, allí conoció al que hoy es su marido, y allí vive.

Nos vemos poco, unos días en el verano cuando viene al pueblo, pero no falla, ni el fuerte abrazo, ni la amplía sonrisa (ella es todo sonrisa), tampoco faltan algunos mensajes con esto de las nuevas tecnologías (aunque no somos tan constantes como con las cartas), y nos regocijamos en las alegrías, y nos acongojamos en las desgracias, y siempre, nos felicitamos el cumpleaños.

Hoy es el suyo, ya la he felicitado, y ya me ha respondido, enviándome un "eso", y llamándome como hace siempre "corazón".

Amelia, si me preguntan por el nombre de mi primera amiga diría ese: Amelia.

lunes, 14 de febrero de 2011

POEMA DE SAN VALENTÍN A ESE TORO ENAMORAO

Este cartel estuvo puesto hace unos años en una casilla del barrio abajo.
Hay que decir que es muy común el control que sobre las relaciones sexuales en los animales domésticos hacen los amos (exceptuando aquí, a perros, gatos y gallinas, que disfrutan del amor de modo anónimo, libre y anárquico. Es muy normal, que el resto de los "servicios" se paguen siendo las tarifas a convenir.
A veces son gratuitos dichos servicios, pero siempre (por lo normal), con el consentimiento del dueño del semental.
En este caso, a lo que se ve, alguno llevaba sus vacas "toriondas" de tapadillo, a que tuvieran su noche de gloria, lo que no se es que le hizo sospechar al amo del toro, que este andaba en esas correrías, ¿sería por las ojeras?.
El caso es que el cartelito me hizo tanta gracia que decidí sacar coplilla 


Muy enfadado está el toro
racionado en sus polvos,
que vigila bien su amo
su virtud y su decoro.
Y muge el toro a la luna
(su compañera de penas),
¡que bien me vendría ahora
esa vaca, zahína y oscura...!,
por no hablar de la charolesa,
o de la vaca limousine ...
esa que lo hace en francés,
o la suiza de las tetas.
Ellas..., lo se..., ¡me desean!
mugen a grandes voces:
¡TORO es que me pones...!
¡estas mejor que el del Osborne....!.
Pero mi amo na de na
¡que hay que supervisar...!,
y uno no es de piedra...
¡se podía solidarizar...!,
que bien que dicen ellos
no sólo de pan vive el hombre
pues el toro también
no sólo hierba, es lo que come,
y darse también cuenta
que si la necesidad aprieta,
ellas se irán con otro
y aumentara mi cornamenta...
Y yo con todas me atrevo
¡venga amo!, ¡no seas así..!,
que soy un toro machote
¡deja que las vacas, se acerquen a mi...!

(Inventado en febrero de 2008)

domingo, 6 de febrero de 2011

REBANADA DE PAN CON VINO Y AZÚCAR. MERIENDA DE PUEBLO

En tiempo de verano, merendábamos al vuelo, si estábamos cerca de casa, cuando nos daba el hambre acudíamos a que la abuela como buena samaritana nos preparara lo que fuera, lo más difícil para ella no era preparar la merienda, si no que nos quedáramos quietos en tanto merendábamos.

Allí no había mucha variedad, y cuando se acababa la nocilla, había que tirar de otros recursos gastronómicos alguno totalmente innovador, para las alucinadas niñas de los madriles.
No había pan de molde, ni siquiera barras, Tío Castor el panadero, hacía unos panes redondos, y los bocatas por lo general, iban sin tapa, se untaba lo que fuera, o era el "cacho" pan y "cacho" chorizo.
Hay que decir que todo nos sabía a gloria, y si no era así, tampoco nos enterábamos por eso, porque íbamos a las voladas a merendar.
¡Que rico el pan con mantequilla y azúcar!, pero si había una merienda rara era esa del pan con vino y azúcar....



Una lluvia de mosto
va empapando el lecho
cuna redonda de hogaza
trenzada en centeno,
Pero no acaba ahí
la inclemencia del tiempo
y un granizo de azúcar
va llenando los huecos.
La abuela se afana,
es experta en ello,
pan, con vino y azúcar,
merienda de pueblo.