Parece un poco raro hablar de dar la nochebuena cuando faltan pocos días para que empiece la primavera.
Era costumbre en el pueblo que las madrinas de bautismo, llamaran a sus ahijados-as, un día cualquiera no necesariamente en los días de Navidad, y les obsequiaban, con eso que se llamaba la nochebuena.
La nochebuena podía ser cualquier cosa, un lazo, unas manzanas, algo de la matanza ( hay que recordar que a los chorizos que se hacían en la matanza, les llamaban nochebuenas, tal vez de ahí el dicho de dar la nochebuena). Todo depende de los posibles de las madrinas, y del grado mayor o menor de racanería.
Mi madre me cuenta de su madrina, que le dio siempre la nochebuena, incluso años después de salir del pueblo, que la avisaba y le decía: mañana te pasas por casa a que te dé la nochebuena, ella acudía puntual, y su madrina le invitaba a comer, y le daba el regalito.
He de decir que mi madre también cumplió como buena ahijada, y todos los veranos sin faltar uno, acudía a visitar a su madrina, y también le llevaba algún detallito, un pañuelo, unas pastas, y últimamente unos buñuelos de fabricación casera que mi madre los borda.
El verano pasado, fue la última vez que mi madre hizo la visita a su madrina, Tía Paula (madre de Verónica y Virgilio), que ha fallecido este 12 de marzo rondando la centena DEP.
Vaya desde aquí un homenaje a todas las madrinas del mundo.