El pasado día de San Isidro, tal como se hizo el año pasado, se hizo una romería antes de los actos oficiales y litúrgicos, llevando una imagen gráfica de San Isidro en un carro de bueyes al paraje conocido como la Vereilla, donde hay sembradas tierras de centeno para verde (de las pocas tierras que se siembran ya, no sólo en el pueblo, sino en todo el alto Gredos).
El día estuvo nublado-caniculoso-borchonoso, y había algún que otro charco en el camino, pero el ambiente fue festivo y agradable.
Los bueyes y el carro donde se montó la representación del santito pertenecen a La Real Cabaña de Carreteros de Gredos, y llegaron a pie desde el pueblo de al lado, Barajas, a una velocidad de 4 Km a la hora (el regreso sería lo mismo).
Si algo aprendí ese día es a saborear el tiempo, en estos momentos en que todo va a una tremenda velocidad, donde ayer es un pasado remoto con canas, y el presente dura lo que un clik de ratón.
Si algo aprendí ese día es a dar valor a lo atemporal, a lo que a su manera se rebela contra el tiempo y las modas, y se empeña en coexistir en este mundo donde prima el pragmatismo y el rendimiento económico del tiempo.
Por eso fue un placer sumergirse en el campo anacrónico de centeno siguiendo el paso de los bueyes, y hacernos fotos que nos duren todo el futuro.
De regreso al pueblo, se hizo la celebración religiosa, donde sacaron en procesión al Santo de la Iglesia, al que llevaron en andas hasta Espinosa, y frente a las corraleras pidieron protección y bendición para los campos (que falta hace, pues entre heladas y poca lluvia, la cosa no pinta muy bien), y también bendijo a los bueyes carreteros. Después hubo el tradicional convite amenizado con música que duró hasta mucho después de habernos ido unos cuantos.
Si algo aprendí es que es recomendable subirse al carro y bajarse de la prisa.
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| Preparando la representación |
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| Camino a la Vereilla |
El día estuvo nublado-caniculoso-borchonoso, y había algún que otro charco en el camino, pero el ambiente fue festivo y agradable.
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| Parte de la comitiva acompañante |
Los bueyes y el carro donde se montó la representación del santito pertenecen a La Real Cabaña de Carreteros de Gredos, y llegaron a pie desde el pueblo de al lado, Barajas, a una velocidad de 4 Km a la hora (el regreso sería lo mismo).
Si algo aprendí ese día es a saborear el tiempo, en estos momentos en que todo va a una tremenda velocidad, donde ayer es un pasado remoto con canas, y el presente dura lo que un clik de ratón.
Si algo aprendí ese día es a dar valor a lo atemporal, a lo que a su manera se rebela contra el tiempo y las modas, y se empeña en coexistir en este mundo donde prima el pragmatismo y el rendimiento económico del tiempo.
Por eso fue un placer sumergirse en el campo anacrónico de centeno siguiendo el paso de los bueyes, y hacernos fotos que nos duren todo el futuro.
De regreso al pueblo, se hizo la celebración religiosa, donde sacaron en procesión al Santo de la Iglesia, al que llevaron en andas hasta Espinosa, y frente a las corraleras pidieron protección y bendición para los campos (que falta hace, pues entre heladas y poca lluvia, la cosa no pinta muy bien), y también bendijo a los bueyes carreteros. Después hubo el tradicional convite amenizado con música que duró hasta mucho después de habernos ido unos cuantos.
Si algo aprendí es que es recomendable subirse al carro y bajarse de la prisa.
