jueves, 25 de noviembre de 2021

AJUSTANDO LA DIETA AL PRESUPUESTO

 



No sé si conocéis esta anécdota de cuando cierto vegato, acudió a la consulta de un dentista a pedir presupuesto para hacerse una dentadura.

Los últimos cuatro versos de este ripio son copia literal de lo que dijo al salir de la clínica.

Él acudió un buen día
al médico dentista,
dispuesto a cambiar
su estropeada sonrisa.

Más bien a ponerse dientes
con que poder masticar,
que la cuestión "esteticien"
le daba un poco igual.

Iba pensando: ¡que tiemble el jamón!
y la corteza de los torreznos,
no les tendré compasión
si me cuadra el presupuesto.

Cuarenta mil duros le costaba
el poder cambiar de dieta,
y dejarle como nuevas
la totalidad de las muelas.

¿Dos...doscientas mil pesetas
y se queda divina?,
¡con eso tengo yo "pa" sopas
"toa" mi pu-ta vida!.


Nota: Para los que no hayan conocido las pesetas, hay que decir que doscientas mil pesetas equivalen a 1.200 € 

Con respecto al vegato en cuestión, (ya fallecido), creo no equivocarme si digo que siguió con las sopas, y con una sonrisa que nada tenía que envidiar a la de la Gioconda, ¡vamos!, ¡de museo Louvre-gato...!



  


  

jueves, 4 de noviembre de 2021

COPLAS PRESTADAS - LAS ANDARINAS

 
Si digo que las mujeres vegatas no se arredran con nada, que echan p ´alante con lo que venga, creo que no voy a descubrir ningún secreto, y basta con que se junten con cualquier excusa, y cualquiera de ellas haga una proposición, para ir todas a una.

Así ocurrió un verano de los años noventa.

Como ahora, es muy habitual que las mujeres en turno de mañana (las mas madrugadoras), o tarde (las menos madrugadoras), se junten y se den un paseíto más o menos largo, bien circunvalando el pueblo (la M30 le dicen a eso), o un poquito menos.

Si no habéis ido alguna vez con ellas no sabéis lo que os perdéis.

Aquel verano de los años noventa, se juntaba una verdadera caterva de mujeres andarinas, y un día acordaron acudir todas ellas a la cita del paseo, disfrazadas de obreras u operarias, y ofrecer sus servicios al que se cruzara por delante, que ya me imagino el susto y regocijo al ver a tamaña cuadrilla, vestida para la ocasión, y pertrechada de palas, guadañas, y demás artilugios.

Ignoro quién hizo la foto, a mi me la ha proporcionado mi madre, (hasta este documento nunca la había visto vestida con un mono azul), y también me transcribió la coplilla que alguna de ellas escribió, y que tomo en préstamo para esta entrada.



Buenos días caballero
¿nos quiere Ud. escuchar?,
semos toas trabajadoras,
toas de la tercera edad.

¿Habrá aquí algún empresario
que nos quiera contratar?. 

Una cosa si pedimos:
trabajar toas en cuadrilla,
tan pronto planchamos huevos
como freímos camisas.

Pues toas semos ya mayores
como puede comprobar,
seguro quedan contentos
se lo puedo asegurar.

En cuanto eso de las perras
¡que vamos a decir!,
pa no andar con más ni menos,
lo que gane un albañil.

¡Adelante compañeras!
¡no hay que desanimarse!,
que con la ayuda de Dios,
dejaremos de encontrarle.    

Un beso para las andarinas de entonces, y para las andarinas de ahora.