El horizonte es un manto verde
bordado con hilos de plata,
la Serrota desde su altura
luce una sonrisa blanca.
Pujantes andan lo árboles
rosales gamones plantas,
parece que la primavera
se anuncia de bonanza.
Sólo el ganado impasible
parece ajeno a la mudanza,
y al borde del camino pace
en un campo de esmeraldas.
El oro de las piedras
reluce al ocaso de la tarde,
luciérnagas luceros chispas,
por el resquicio de las calles.
Patria pequeña y fugaz
de otros poetas locales,
que se erigen en monarcas
según el dictado de la sangre.
Y enarbolan la bandera
y la izan frente al sol,
sobre un tejado de escoba
en un mástil de calabón.
En esto se puede resumir el primer fin de semana de abril, las fotos tal vez no hagan mucha justicia a las palabras, que si son un fiel reflejo de la realidad de esos instantes.
Estuvimos por Peña Negra, en lo alto apenas algún nevero testimonial, pero bajando hacia La Hergui y La Vega, había una vista espectacular del macizo central de Gredos, con una manta de nieve como hace años que no le cubría. (Recomiendo la excursión).
A las puertas de la Hergui hice las fotos que acompañan las tres últimas estrofas de este resumen. Puse la de las calles y al fondo de Gredos en mi estado de whatsapp, en tributo a mi padre, pensando en lo que me hubiera gustado que él hubiera estado conmigo en ese momento.
En respuesta a ese estado y en esa foto, recibí un comentario de Javi (el botas), medio mojino como yo, donde me compartió (muchas gracias) sus versos:
"Estoy en lo alto de las eras
viendo la puesta de sol,
pienso que si Rey yo fuera
y esta fuera mi nación,
el palacio que tuviera
tendría el tejado de escobón,
y el mástil de la bandera
un palo de "calabón" ".