martes, 13 de octubre de 2015

DE COSECHA: LAS REINETAS

Si hay una auténtica protagonista en el pueblo en el mes de octubre, esta es para mi la manzana reineta.
 
Esa manzana que se cría en nuestro pueblo, y que es muy apreciada por los amantes y expertos de la fruta.
 
Por ser una manzana criada a tanta altura, su madurez es muy lenta, tanto es así, que por el Pilar, cuando normalmente las recogemos, están ácidas, recias bravías y piconas cuando las das el mordisco. (A mi particularmente es cuando más me gustan).
 
Es una manzana que si ha sido mimada en su desarrollo, (si se han regado los árboles, si se les ha hecho la cura de invierno, podado etc), se muestra esplendorosa, si a esto le añadimos una climatología propicia, llévate al huerto una escalera y un buen puñado de cajas porque la cosecha puede ser espectacular.  
 
¡Es una gozada acercarte a los árboles, y mirar desde abajo, y ver como si el manzano fuera una galaxia, plagada de planetas y satélites redondos, verdes con apuntes de rubor!.
 
Antes se decía que había manzanas en años alternos (un año muchas, y al siguiente pocas), nosotros hemos comprobado que no es así, pues hace tres y cuatro años cogimos manzanas en cantidad industrial, que nos duraron hasta el mes de junio, y sin embargo llevamos dos que es de pena lo exigua que ha sido la recolección, (este año las heladas de mayo en plena floración y primer fruto, y el granizo de junio, nos ha dejado a dos velas), ¡claro!, también depende de la orientación y resguardo del huerto
 
Recogerlas es una tarea que se debe hacer con mucho mimo y cuidado, evitando cogerlas cuando estén mojadas (por la lluvia, por el rocío), y sobre todo evitando que se golpeen, pues eso acelera su pudrimiento.
 
 
 
Y ya en cajas, dejarlas a buen recaudo en los casillos, protegidas de la luz, y al fresquito, ¡como huelen los casillos entonces!, un ambientador de lo más natural.
 
 
E ir trayéndolas a la ciudad, que aunque están buenísimas no te saben igual (nada que ver con la recién cogida del árbol, o en el casillo cualquier fin de semana extraviado y con un palmo nieve).
 
Y últimamente cuando doy un mordisco a una manzana, me da por pensar en todo el esfuerzo, toda la energía que ha hecho falta para llegar a ese momento, y a modo de sumiller trato de distinguir la impronta, que la tierra, la madera del árbol,  o el sol el aire y la lluvia, dejan en su sabor. 

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