Alineados en formación,
imperturbables bajo el sol, la lluvia, el viento,
en posición de firme,
erguidos y altivos
vestidos de gala,
así velaron e hicieron guardia,
un pelotón de tulipanes
en el jardín de casa.
Siete meses de espera, escondidos bajo tierra, fraguándose lentamente hasta culminar en frágil belleza.
Lo breve de su vida nos da idea del tamaño del milagro, del valor del tiempo, del asombro por lo efímero.
Esperemos que el año próximo este pequeño ejercito cuente con relevo, y se haga el cambio de guardia orquestado por la primavera futura, y que nosotros estemos allí a recibir sus honores.
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