martes, 3 de mayo de 2016

SELFIE CREPUSCULAR

Hay cosas que una cámara de fotos no capta, pero que quedan registradas en el cerebro de cualquiera, y que inmortalizan o fijan un instante.
 
El sábado pasado nos dimos un paseíto al atardecer, y en esas circunstancias me siento un poco esponja, y trato de absorber todo lo que me rodea, la brisa, los matices de color, la variación paulatina de la luz en este u otro rincón, el aroma, los sonidos...
 
Subimos por el callejón, hasta Pinarredondo, de allí no pasamos hacia el Gamellón, pues había mucho agua y no nos apetecía saltar y pisar charcos.
 
Por cierto que tuvimos ocasión de apreciar los buenos oficios de cierta persona en las hechura de la regadera de este paraje, llama la atención porque ya como apenas se siembra nadie se ocupa de hacer o limpiar las regaderas.
 
 
 


 
Desde allí bajamos en dirección a la "puenta arriba", dejando a nuestra izquierda la desolación de la tejera, y el molino (para nosotros siempre será así aunque ya no sean los dueños), de tía Jerónima y tío Pío, y el bullicio del río.
 
 
Enfilamos luego por el camino (la M30 entre nosotros), en dirección a Escobilla, y al llegar al cruce con la carretera que nos une con Navacepedilla, allí de frente nos topamos con la inmensidad del Vegazo, desierto verde, vacío, guardado, promesa de alimento para el ganado, y extrañamente silencioso de no ser por una algarabía de ranas, moradoras de charcos de aquí y allá, pregonando a voces las buenas noches.
 
      
SELFIE CREPUSCULAR
El paraíso es un lugar
pintado de verde,
los chopos sencillas columnas
que le sostienen.
 
El agua pinta marinas,
peces, sobre la hierba,
oceánicas las ranas
incesantes cantan.
 
Sensaciones de un ocaso,
selfie de un instante
que imprimen a su paso,
estas palabras en mi mente.
 
(La Vega 30 de abril de  2016)
 
 
 
Fotos hechas el 30 de abril de 2.016.

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