martes, 1 de noviembre de 2011

IN MEMORIAM


El primer cementerio que pisé en mi vida, fue este de La Vega, por entonces estrenaba adolescencia y la muerte hasta entonces era como una prima muy lejana.
Poco tardó sin embargo en convertirse en algo familiar, y no quedó más remedio que tomar conciencia de su existencia, y tratar de admitirla.

Desde entonces a ahora, es duro comprobar como este recinto se ha ido llenando de cruces, como se ha tenido que ampliar, observar que prácticamente una generación entera, está ya bajo tierra, comprobar cuanta gente has conocido y ya no está.


Y me emociono en la tumba en la que están enterradas mis raíces, y visito la de aquellos que en su día iluminaron algún trecho de mi existencia.
Y no rezo plegarias porque no sé, pero les susurro que les echo de menos, y que el olvido sigue perdiendo la batalla cuando se enfrenta a su recuerdo.




Hay un campo de sueño
que de frente observa,
el devenir del pueblo
con ojos de caverna.
Donde el sol mora a sus anchas
donde hiela y vela la luna,
donde la nieve es más blanca
donde no falta la lluvia.
Campo de cruces clavado
como alfiler en las faldas de la sierra,
te miran los paisanos pensando
que ellos alimentarán tu tierra.
Campo de horas muertas
una tras otra van pasando,
montones de olvido y memoria,
campo de tiempo sepultado.

 

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